"Un poeta es un niño muy despacio".
Vicente Martín
Algunas veces
pasa,
no son muchas
ni todas, pero
pasa.
Una mañana poco
sorprendente
los gusanos
despiertan confundidos
y traman un
camino secundario.
Algunas veces
nadie tiene
razón
y un hombre
ruge sed
desde una cama
indestructible.
Termina de
pasar la mañana, terminan
de espabilarse
los gusanos
y ya es la
tarde. Tarde.
Un fogonazo
azul
entra en casa a
arrancar
de cuajo el
minutero.
Es eficaz y
humilde.
Por eso ya no
hay tarde tampoco. Se revoca.
Es la noche un
hostal para gorriones
que cantan sin
vocales
la canción de
los niños muy despacio.
Eran la noche y las encinas
también tuyas
allí donde la
madre
ya no te echa
de menos.