jueves, 4 de febrero de 2010

Poesía en la gran pantalla: “La cinta blanca”

El arte siempre es gratificante, pero hay veces en que el buen gusto es tal que todo se vuelve sorpresa. Para esas excepciones, al alcance de unos pocos genios, ha habido que construir otro escalón donde se les haga justicia, un lugar de esos en los que nunca hay sombra. Ahí es desde donde Haneke comparte con nosotros, plebeyos y aprendices sólo, su último trabajo “La cinta blanca”.
Para los que andamos en esto de aprender a ser poetas la labor primera es la observación y la segunda, y más difícil, someter la realidad a transplante para darle otro sentido, o quizás, a veces pasa, su sentido auténtico. Pues bien, cualquier poeta que se enfrente a esta película después sólo tendrá que escribir. La primera labor y la difícil ya están hechas.
Una película para la inteligencia, una fiesta para las neuronas y la sensibilidad. Hace cinco días que la vi y aún tengo los sentidos de resaca, necesito un par de días más. Uno se acostumbra rápido a lo insólito y volver al garrafón de lo que “sólo” es muy bueno, suele ser una difícil tarea.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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